Un futuro estropeado

Javi era un chico de trece años que había nacido y vivido toda su vida en Ferrol, Coruña. Era corpulento y alto para su edad, excelentes cualidades para practicar su deporte favorito, el balonmano. Tenía el pelo castaño con abundantes mechones rubios, ojos claros y una cara que sería bastante hermosa, sino fuese por el hecho de que estaba cubierta de numerosos granos gigantescos, fruto de una adolescencia algo prematura.

Era capitán del equipo de balonmano de su colegio, con el cuál había ganado la liga regional los dos últimos años. Gracias a esto había logrado ser capitán de la selección gallega también, un puesto que le llenaba de orgullo. Javi era un gran jugador y lideraba a su equipo y selección como uno de los grandes. Hasta ahora solo había jugado cuatro partidos defendiendo la camiseta de su Comunidad, pero los había ganado todos.

Era verano, y Javi, muy a pesar suyo, estaba en su habitación, haciendo los deberes que le habían mandado para las vacaciones. De repente oyó como su madre le llamaba:
- ¡Javier!
- ¿Qué quieres? – contestó.
- Ven al salón.
Bastante contento -por fin había encontrado algo por lo que dejar los deberes- Javi salió de su habitación y se dirigió al salón. Allí encontró a su madre con una carta en las manos y enseguida le entró la curiosidad por saber la razón por la que quería abrirla con él delante. Entonces ella habló:
- Ha llegado esto para ti – dijo mientras le pasaba el sobre -.
- ¿Para mí? – preguntó extrañado -.
Javi se preguntaba quién le habría escrito una carta a él, especialmente cuando sus amigos y familiares se comunicaban con él por Internet. Extrañado miró el sobre y vio el escudo de la Real Federación de Balonmano. De repente algo se revolvió en su estómago. ¿Se habría quejado algún arbitro de su comportamiento en los partidos?(era un jugador bastante agresivo), ¿o había sido expulsado de la selección gallega? Entonces se dio cuenta de que lo último no podía ser, porque entonces la carta hubiese sido de la Federación Gallega de Balonmano. Aún preguntándose qué contenía, Javi abrió el sobre con manos temblorosas.

Dentro había un solo folio, escrito a máquina, que también tenía el escudo de la federación.

Estimado Sr. Rodríguez,

Nos contentamos en comunicarle que ha sido nombrado jugador y capitán de la selección española de balonmano que estamos formando para el Mundial Infantil que se celebrará en Boston, Estados Unidos de América del 4 al 26 de octubre. Hemos tenido ojeadores buscando jugadores en las selecciones regionales por un tiempo, puesto que no teníamos selección de su categoría, y hemos decidido convocarle porque además de ser un gran jugador, usted parece tener la garra y ambición que queremos. Además ha sido nombrado capitán porque parece ser responsable y tener dotes de mando, aparte de ser un buen líder para sus compañeros. La primera convocatoria tendrá lugar en Valencia, el 15 de julio en el pabellón La Luz, C/ Marqués de Santa Cruz, 17. Permanecerán allí cinco días, en un hotel pagado para usted y otra persona. Esos cinco días se emplearán en entrenamientos y en jugar un partido amistoso contra Portugal.
Por favor, háganos saber cuanto antes si formará parte de la selección y si acudirá a la primera convocatoria.
Le saluda atentamente,
Francisco Pérez Robles
Secretario General de la Real Federación de Balonmano

Javi, aún temblando y con la boca abierta, le pasó la carta a su madre sin poder articular palabra alguna; parecía haber perdido la voz. Esperó mientras su madre leía la carta todavía sin poderse creer lo que le estaba pasando. Cuando terminó de leer, ella exclamó:
- ¡Guau! ¡Capitán de la selección española de balonmano! ¡Espera a que se entere tu padre!
Javi cogió la carta que le pasó su madre y, aún en silencio, volvió a su cuarto. Allí leyó la carta una y otra vez, intentando que su cerebro asimilase lo que en ella decía, pues era para él algo tan maravilloso, que le parecía imposible. Al terminar de leérsela por enésima vez, empezó a entrarle en la cabeza lo que decía en la carta. En ese momento se desplomó en la cama y estuvo allí tirado toda la tarde.

Para Javi esto significaba que se cumplía uno de sus sueños más deseados. Además, el ser capitán de la selección significaba que se le consideraba uno de los mejores jugadores de su edad, lo que quería decir que iría ascendiendo de categoría hasta que, seguramente, llegase a ser profesional. Esto era algo que por supuesto había soñado, pero como uno de eso sueños que solo se sueñan, y que prácticamente nunca se piensa que puedan llegar a ser realidad. Aparte, el hecho de que fuesen a ir a Boston a jugar un Mundial, podría hacer que se fijase en él algún ojeador norteamericano que, aunque no tuviesen los mejores equipos, sí tenían los clubes infantiles con mayor presupuesto. Por tanto, si algún equipo de allí le daba una beca o algo similar, tendría aún más fácil el convertirse en profesional.
Mientras estaba saboreando estos pensamientos, oyó como su madre le llamaba de nuevo:
- ¡Javi! ¡Ha llegado tu padre! ¿No tienes que decirle algo?
- ¡Ya voy!
Sonriendo se dirigió a la cocina y le dio el sobre a su padre, pues aún no se sentía capaz de contar una historia tan larga. Su padre leyó la carta con una expresión de sorpresa mezclada con curiosidad, que fue lentamente cambiando hasta convertirse en una gran sonrisa.
- ¡Toma ya, macho! Nada más te digo que si se te diesen las ciencias tan bien como el balonmano serías el Einstein del futuro. ¡Felicidades!
Javi se rió. Sabía que a su padre le gustaría que sacase mejores notas, pero por la gran sonrisa que adornaba su cara en ese momento sabía que se sentía tremendamente orgulloso de él.

Unos días más tarde Javi se fue a Valencia a la convocatoria. Allí se lo pasó de miedo. Congenió perfectamente con sus compañeros, que aceptaron y respetaron su nombramiento como capitán. Además tenían un gran entrenador, y para culminar ganaron el amistoso contra Portugal. Justo después de este su padre llamó a su madre y Javi pensó que querría saber como había terminado el partido, así que se fue tranquilo a los vestuarios, donde fue felicitado una y otra vez por haber sido el máximo goleador del encuentro.

Al salir, aún contentísimo por la victoria, se encontró con su madre mirándole con cara de no ser portadora de buenas noticias.
- Acaba de llamar tu padre...y ya le han dicho a dónde le han destinado... – el padre de Javi era marino militar -. Le han mandado por tres años a una base de la OTAN el Nápoles.
- ¡¿Quéeeee?! ¡¿Y nos vamos en septiembre?! ¿Y qué pasa con el Mundial?
- Lo...lo siento cariño, pero...no vas a poder ir.
- ¡¿Cómo?! – gritó -. ¡¿Me estás diciendo que voy a perder la mejor oportunidad de mi vida porque tenemos que ir a Italia?!
Por segunda vez en un par de semanas, Javi tuvo que estar tirado en su cama una tarde entera para asimilar lo que le estaba pasando. En un instante había pasado de estar tan contento como no había estado jamás en su vida, a estar tan triste como nunca antes.

Javi siguió yendo a los entrenamientos hasta finales de agosto. Pensaba que esto le haría estar contento por un tiempo al menos, pero cada vez que se terminaba una convocatoria y volvía su casa, no podía dejar de pensar que solo le quedaban tres partidos más...dos partidos...uno...Al final del último partido, que además, al igual que los otros, habían ganado, le dijo al entrenador que se iba a vivir a Italia. Todos se lamentaron al despedirle, pero ninguno tanto como Javi.

Una semana más tarde, embarcaba en un avión rumbo a Nápoles. Javi había pensado que allí podría al menos empezar de cero, pero al llegar se enteró de que en Nápoles no había equipos de balonmano infantil, puesto que allí todos jugaban al fútbol o al baloncesto.

Años después, cuándo Javi se quejaba de su trabajo como camarero, no podía dejar de pensar en la maravillosa oportunidad que tuvo de convertirse en jugador profesional de balonmano.

Federico Supervielle Bergés 2º Bac

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